Quedé atónito al ver como todo un país celebraba la muerte de una persona igual que se celebra un campeonato del mundo de fútbol. Sentí al ver a su presidente salir a hablar, a dar la buena nueva con la ayuda de dios, que, en cualquier momento, enfocarían a la dulce pareja americana que veía la feliz noticia en su salón, rodeada de sus niños, disfrutando del way of life del sueño americano respirar tranquilos. El bien venció al mal; ya no será necesario bombardear a nadie más ni intervenir en ningún sitio. Murió el malo, se acabó la peli y todos comemos perdices. Fin de la película. Hemos conseguido la paz mundial y hoy la tierra es un lugar mejor donde vivir.
Lo que me apena ahora es que en Siria, en Libia o en el resto del mundo aún no nos hayamos dado cuenta, y aún desayunemos con noticias de bombardeos. ¡Qué curioso! Siguen siendo los buenos los que mandan aviones a medio oriente y dejan caer alguna que otra bomba.
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