jueves, 30 de septiembre de 2010

política científica y comunicación: revisando con ojo crítico

Muchas veces abrimos un periódico o una página web y repasamos las noticias científicas, y lo único que encontramos, salvo honrosas excepciones, es notas de prensa que nos resumen los últimos avances en la ciencia. ¿Hay miedo en el seno científico de entrar en polémicas y perder apoyos económicos? ¿Hasta qué punto priman las relaciones públicas y los objetivos publicitarios sobre la información y la prensa científica? Y si entramos en lo tocante de la clase política, nos encontramos que las pocas veces que hablan de ciencia suele ser cerca de fechas electorales, y para sacar pecho por lo “mucho” que apoya el avance científico. Si nos quedamos con la mayoría de estas noticias, vivimos en un momento maravilloso para la ciencia, pero, ¿cuánto hay de real en esto?

Es cierto que estamos en una época en la que la ciencia prima y empieza a ser objeto de interés, y por suerte, también de debate. Las implicaciones éticas de nuevas técnicas de estudio, el vivir en un mundo cada vez más tecnológico, y la gran cantidad de medios de comunicación nos hacen tener cada vez más información de todo tipo. Dentro del ámbito científico, es llamativo ver como, consultando revistas especializadas, encontramos nombres que nos suenan tanto como el de cualquiera de nuestros vecinos firmando investigaciones en las últimas vanguardias y avances de la ciencia mundial. Pero, ¿por qué muchos de estas investigaciones provienen del extranjero? ¿Hay una clara predilección de la clase científica por trabajar fuera de España? ¿O es que aquí no hay esas oportunidades? Nos encontramos que, en muchos casos, los sistemas arcaicos, y casi feudales, con los que funcionan muchas instituciones, con puestos a dedo, y muchas universidades, donde el corporativismo llega en muchos casos a sus cotas más altas, cierran las puertas a estos científicos. Las políticas de “regreso de cerebros” han sido nefastas por cómo se han gestionado. Y por ello es bueno haberlo denunciado, y seguir denunciándolo, pues, al contrario de frustrar vocaciones científicas, el ver que la situación puede cambiar, las aumentaría, y seguramente así muchos estudiantes brillantes, no tomarían la decisión de optar por un trabajo que no les acaba de convencer por buscar una seguridad, o por miedo a esperar como becarios años y años sin poder desarrollar una carrera científica digna.

Además, la clase política empieza a notar espinas en los temas científicos. Ya no vale con prometer “avance” y “progreso” de forma abstracta, y que siempre sonaban bien, pues la gente está más informada, y las implicaciones éticas de determinadas investigaciones empiezan a ser un incordio, llegando a producirse situaciones ridículas, como la de estar subvencionando investigaciones que la legislación del propio país prohibía. Esto también demuestra el olvido de la clase política hacia la ciencia cuando desarrollan o revisan leyes, dejando que queden obsoletas, y avanzando este tipo de legislaciones mucho más despacio de lo que lo hace la ciencia.

Por último quisiera reflexionar sobre divulgación y periodismo científico. La divulgación, el dar a conocer la ciencia, es necesario, especialmente, para poder contribuir a los conocimientos y la formación de la sociedad, y, así, a partir de estas noticias divulgativas, y de conseguir picar su curiosidad, que busquen información acerca de los temas científicos, puedan empezar a generar opiniones propias; opiniones que abrirán debates y darán lugar a un periodismo científico objetivo y crítico, que alabe cuando toque, pero también que recuerde todo lo que se puede mejorar en el mundo de la ciencia, y hacer llegar así estas corrientes de opinión a la clase política para que tenga más en cuenta al mundo científico con hechos, y no solo con promesas electoralistas. Así pues, la situación no es tan idílica como podría parecer según comentábamos al principio, pero sí es una situación esperanzadora, pues cada vez hay un mayor interés, interés que podemos satisfacer y aumentar con una buena divulgación, y comienza a haber sectores dispuestos a pedir un trato más digno y prioritario para la ciencia.

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