domingo, 27 de junio de 2010

¡Revolución y Libros!

Manteniendo por el entramado mundo de las redes sociales una conversación con Francisco Javier Jiménez, responsable de la editorial Fórcola y que lleva, junto con Manuel Gil, el blog Paradigma Libro, me contestó a mi idea de revolucionar el sector editorial con esta frase: ¡Revolución y Libros!

Y si es cierto que en el sector del libro estamos en un momento confuso, creo que esa revolución no se da del todo. No porque no estén las bases, ni porque el funcionamiento un tanto decimonónico del sector no lo pida, sino porque, como dijo alguien una vez, la odisea va despacio.

El entorno digital es una realidad, y ahora leemos en muchos soportes, pero no caigamos en la fácil idea de pensar que el papel ha muerto, que ya solo leeremos en pantallas (muchos de estos dispositivos, muy mejorables) y que todos nos lanzaremos corriendo a comprar cualquiera de los lectores digitales. Hay una intención clara en los medios que nos bombardean con estas noticas; también las hay en las columnas de opinión que se aferran a la idea cuasi romántica del libro tradicional, de leer como toda la vida, con esa complicidad que da el tacto del papel.

Evidentemente, esto no volará tanto como se esperaba, aunque es claro que el medio digital irá ganando terreno según pase el tiempo, pero también es cierto que esta «guerra» parece fragmentarse, porque esto no es papel vs. digital, aquí la guerra se extiende a todos los soportes, y, si no, mirar el impacto del Ipad en el mercado de e-readers de tinta electrónica.

Pero esa revolución del sector no pasa solo por el cambio de soporte, por pasar de editar en maqueta y tipos a añadirle a este proceso marcados, procesos, xml,... Hay otra parte de esta revolución, íntimamente ligada con el mundo digital, que siempre está a debate, especialmente en otros campos como la música, pero que en el mundo del libro se mantiene latente, pero un poco acallado. ¿Qué pasa con los derechos de autor?

El miedo al pirateo hace que el Copyright se defienda con uñas y dientes. Pero, ¿es este el modelo válido? Hasta ahora, era el modelo único. Por suerte, hoy no. Aparece ya hace algunos años, la figura de Creative Commons que nos permite poder registrar nuestro trabajo, protegiendo el irrenunciable derecho de autor sobre la obra hecha, pero con las condiciones que nosotros queramos darle, desde la mayor protección de todas hasta el tan cacareado Copyleft, que permitiría el uso público de la obra, por la propia voluntad del autor.

Evidentemente, para mí, esa es la mejor opción, y esta opción ha llevado el camino inverso al que se dice que llevarán los libros, pues Creative Commons nació en el medio digital, pero ya podemos encontrar libros en papel bajo esta licencia, como las pequeñas joyas que publican en Escrito a Lápiz.

Pronto seguiremos hablando largo y tendido de el entorno digital y de derechos, de libros, y también de revolución, como la que puede suponer este tipo de licencias y otras muchas cosas en el mundo de la edición, y también, aunque hoy no hayamos hablado de ello, de la ciencia.

2 comentarios:

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  2. Pienso que estamos asistiendo a una revolución, pero mucho menos "revolucionaria" de lo que nos están haciendo creer.
    No creo que de la noche a la mañana todos quememos nuestros libros y nos lancemos al soporte digital, sino que más bien se va a dar una migración lenta hacia el e-reader, sin que ello signifique que el soporte papel desaparezca.
    Ambos soportes (el digital y el tradicional) podrían convivir pacíficamente, ya que las ventajas que cada uno presenta pueden acomodarse a distintos tipos de texto o tipos de lectura.
    Lo que sí esta claro es que lo que realmente asusta al sector editorial más tradicional no es el mero cambio de soporte, sino todo lo que eso supone para los procesos convencionales de edición y que implicaría una reestructuración de los modelos decimonónicos que, a pesar de no ser los más eficientes, siguen vigentes.

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